lunes, 10 de marzo de 2014

Priscila, la Reina del Desierto

Y aquí si pudimos hacerlo 

por Ximena Biosca 

Como un guiño del destino, Pepe Cibrián Campoy termina de consagrarse en la escena de la que es el verdadero factótum, la del musical argentino contemporáneo (es decir el no-Broadway o el Broadway a la argentina). Pero lo hace como siempre a su manera, protagonizando un musical australiano todavía en cartel en el West End londinense, que fue éxito en New York. Adaptado de la película de 1994 sobre tres drag queens australianas en un épico viaje al desierto, combina el sentimentalismo amanerado sobre la vida drag epitomizado en La Cage aux Folles con una banda musical que mezcla pop de por lo menos tres décadas. Es el tipo de mezcla que se puede escuchar en una fiesta ochentosa: desde Dionne Warwick hasta Donna Summer y Village People, Madonna, Cyndi Lauper y Pat Benatar. En ese sentido todos nos dejamos llevar por esa música que está en nuestros corazones y en nuestras vivencias y que no nos deja, como en otros musicales, con un estribillo único destinado al big hit. Porque acá el leit motiv es otro: la gran producción, el despliegue, el vestuario, las coreografías (gran trabajo de Elizabeth de Chapeaurouge); pero además las actuaciones.

Sin más pretensiones que divertir, sin complejidades narrativas, las estereotipadas caracterizaciones son más que acertadas. Alejandro Paker se corre de lo seguro;apuesta y gana en la humanidad que siempre le pone a cualquier personaje. El es el padre que busca recuperar su hijo y el que tendrá las escenas más tiernas: “no siempre me visto de mujer”, necesita explicarle a su hijo que ya lo entiende todo. Porque de eso se trata, de aceptar las diferencias más alla de un viaje como pretexto y la diversión como contexto. De Juan Gil Navarro (se conocen por demás sus dotes de actor) no se esperaba que descollara como cantante, pero sorprende por su precisión en las notas y su swing (más allá de su criatura y sus extravagancias). Pepe Cibrián Campoy encuentra en Bernardette, la vieja estrella, gracia, ternura, algún parecido físico y guiños a su madre; pero sobre todo compone desde la actuación (se deja dirigir) y crea con Bob (Omar Calichio, siempre número puesto para los musicales, preciso y cómodo en cualquier rol) las escenas más logradas.

Vestuario extravagante e incandescente, escenografía grandilocuente con tres divas/coro (Florencia Benítez sin duda se destaca) que flotan y ese gran colectivo/bus, funcional y simbólico, donde se desarrollará casi toda la acción. Mérito aparte el ensamble. Es inexorablemente perfecto, porque si no no se podría lucir una coreografía realizada por Pepe Cibrián. Lo mejor del ensamble argentino que ha transitado las obras de Pepito se acomoda de maravillas a esta obra Broadway: Juanjo Marco, Esteban Provenzano, Daniela Pantano, Adrián Scaramella y en un personaje “chiquito” pero lucido se destaca Sabrina Artaza.

Orgullo da que una producción argentina se juegue por este musical, porque sin poner toda la carne al asador el trabajo de Valeria Ambrosio en dirección hubiera quedado trunco. El gran mérito de Priscila, la Reina del Desierto en su versión local consiste en respetar la esencia, no cometer el pecado de argentinizar por demás (quizás Vale Todo lo haya cometido), y ser fiel a un musical no conceptual.


Priscila, la Reina del Desierto. Actúan: Omar Calicchio, Pepe Cibrian Campoy, Juan Gil Navarro, Alejandro Paker Vestuario: René Diviú Escenografía: Ana Repetto Iluminación: Ariel del Mastro Diseño sonoro: Osvaldo Mahler Asesoramiento de producción: Mariana Correa Producción ejecutiva: Leonardo Cifelli Producción general: Gabriel García Diseño de coreografia: Elizabeth de Chapeaurouge Dirección vocal: Ana Carfi Director musical: Gaby Goldman Dirección: Valeria Ambrosio 
Teatro Lola Membrives. Av. Corrientes 1280 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina Teléfonos: 4381-0076 Web: http://www.lolamembrivesteatro.com.ar

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