por Ximena Biosca
Pero esta historia está enmarcada por los los guiños a los adultos de la platea: la separación en partes que acomoda Ricky Pashkus para que se luzca la propuesta con un hilo dramatúrgico simple ayuda a una lectura literal por un lado, pero el tono y los diálogos introducen sutilezas "de grandes" que enriquecen la puesta.
La nota mágica podrá ser consagrada como un hito para el complejo teatral de la Ciudad de Buenos Aires, ya que el teatro de la Ribera ha sido transformado para que el colorido barrio de la obra se estacione en él. La grandilocuente y bella escenografía de Jorge Ferrari, el vestuario colorido y estridente de Sofía Di Nuncio, la magnífica iluminación de Gonzalo Córdova y la potente orquesta en vivo –los seis músicos lucen-ya que su ubicación les otorga un efecto "proscenio", integrados en la puesta- llaman la atención y marcan la diferencia.
Los arreglos vocales de Marcelo Macri son preciosos y destacan el dream team de voces solamente conseguible por el auspicio de un teatro oficial. Así distintos ritmos no tan "infantiles", con arreglos "jugados", llegan al alma de todos, chicos y grandes. El tango, las milongas, la murga se apropian de este barrio y hacen bailar a todos por igual. El trabajo coreográfico (Ricky Pashkus y su equipo) acompañan de forma excelente a los originales canciones (bien “argentinas”).
¿Cuál es entonces el dream team del musical para toda la familia? Rodolfo Valss, siempre impecable, le aporta a este melancólico Gardel la presencia que exigía. Felipe Colombo es tierno en su Petitero y está tan bien secundado que cumple con este desafío de ser la cara de un musical familiar. Germán Tripel divierte (convoca por igual a adultos y niños) y se nota que se divierte con su su loro extravagante. Eso transunta. Florencia Otero es la dulzura y la presencia siempre necesaria de una artista que ha transitado tantos musicales desde pequeña, que siempre agrega valor en escena. La presencia de muchos personajes, algunos más desdibujados como el Beto –metáfora del capitán spinettiano- de Esteban Masturini, y Zummi (Sofía González Gil), lejos de ir en detrimento de la obra, otorga valor de ensamble permanente a una composición cuya potencia es justamente lo afiatada que aparece. El plus: los malos, que muchas veces no son tan malos –como sucede en la vida- y divierten y son perdonados, como en este caso la bruja Maruja en una deliciosa composición de Mariú Fernández, que se luce con su canción y su energía en un engranaje perfecto con los mellizos freakys Francisco Ruiz Barlett y Pedro Velázquez. Sus escenas son graciosas, cándidas y efectivas. Como acá todo es equipo, con un rol chiquito y aprovechado aparece Julián Pucheta y también Julieta Gonçalvez como swing.
En definitiva, un musical para chicos y no tanto, con producción de los grandes, que nos da ganas de adentrarnos en La Boca, oler a Gardel, bailar, cantar y después pasear por Caminito ... Bienvenidas las notas mágicas que se pierden pero siempre, siempre, se reencuentran.
La nota mágica. Música: Luis Borda Elenco: Felipe Colombo, Florencia Otero, Rodolfo Valss, Mariú Fernández, Germán Tripel, Esteban Masturini, Francisco Ruiz Barlett, Pedro Velázquez, Sofía González Gil, Julieta Gonçalvez y Julián Pucheta. Músicos: Juan Ignacio Vaccaneo, Andrés Ollari, Santiago Cerviño y Luciano Buongiorno. Asistente: Artístico Juan Gentile Asistente Coreográfico: Juanjo Marco Asistente de vestuario: María Clara González Puesta de sonido: Leo Leverone Arreglos y dirección vocal: Marcelo Macri Vestuario: Sofía Di Nunzio Iluminación: Gonzalo Córdova Escenografía: Jorge Ferrari Coreografía y dirección: Ricky Pashkus
Teatro de la Ribera – Av. Pedro de Mendoza 1821 – CABA Funciones: Jueves y viernes a las 14 hs. Sábados y domingos a las 15:30 hs. Localidades $60.- Pullman: $40.- Jueves, día popular, entrada general: $35.- Duración 80 minutos
