Una fiesta repleta
por Ximena Biosca
Luego de un exitosísimo 2010 en el que trasladó sus tradicionales y clásicas temporadas del Auditorio de San Isidro y el Auditorio de Belgrano al Astral de la calle Corrientes, Adriana culmina este año bisagra de su carrera colmando tres fechas en el Gran Rex -quizás el “desideratum” de todo artista-. No sólo por lo que tiene de simbólico, sino que en ese espacio gigante, cualquier sensación y emoción se potencia, se hiperboliza.
Los que seguimos la carrera de la cantante maestra, nos acordamos de una temporada invernal en la calle Corrientes hace muchos años. Pero luego Adriana fue afianzando su recorrido desde el boca a boca y desde sus clásicos espectáculos del Paseo la Plaza (allá por el 2001) hasta llegar a estos dos shows de Alfiz Producciones.
Se sabe, ella le escapó siempre a las producciones ajenas (hizo de su Productora Parachicos, su trabajado y amoroso andamiaje y su reducto familiar) y desde ahí fue generando y alimentando cada uno de sus espectáculos en artística y en estética, por ejemplo las escenografías se fueron haciendo un sello distintivo; recreando personajes y canciones -que no son sólo el Sapo Pepe- y ampliando sus línea a todos los CDS, DVDS y el merchandising que la acompaña y la cobija, incluyendo una valorable colección de libros. Se sabe además, ella le escapó siempre a la parafernalia televisiva y el corolario de estos diez años parecen haberle dado la razón.
El espectáculo es el mismo del Astral: la consigna/invitación a que los chicos fueran disfrazadas, se cumplió en gran parte. Aún en este reducto inmenso que es el Rex, se divisaron múltiples disfraces, sólo para jugar por jugar (como dice una de las canciones que más la identifican).
Esta vez, para para completar la fiesta, el show contó con más actores/bailarines que recrearon los clásicos personajes y con más coreografías y bailes para acompañar a las entrañables canciones: Carolina Safran, Flor Lerer, María Florencia Morales. Matías Messina, Gastón Blanco, Cecilia Basílico y Cecilia Condon, Daniel Sciarrone, Fabio Camino y Juli Strauch fueron el complemento ideal para esta festejo potenciado. Justamente su hija, Julieta Strauch, coreógrafa de sus espectáculos fue creciendo en el escenario y para los que la vimos acompañar a su mamá desde tan pequeñita; es conmovedor observarla “regalándole” ese hermoso tema de Daniel García y Mario Shajris, grabado en uno de los primeros discos (el infaltable de tapa verde) y compartiéndolo con su abuelo: Saúl Szusterman, otro imprescindible en sus espectáculos.
Aún en un espacio tan grande, y en ese sentido que puede conspirar con los climas intimistas, ese momento emotivo es el que más se agradece, al igual que el homenaje a María Elena Walsh -bello trabajo discográfico de Adriana- recreando versiones eternas con teatro negro clásico.
Adriana, Adri, para los chiquitos, la que acarreó el nombre de Amapola en sus primeros años; hoy es ella, identidad pura. A fuerza de carisma, magia, talento y convicción. Declarada de interés general por la Cámara de Diputados en 2007, con más de 100.000 espectadores aclamándola en este año; Adriana trascendió niveles socioeconómicos y clases sociales (eso es un de los aspectos más interesantes de alguien que fue maestra de un colegio progresista de Palermo).
Hoy llega a todos, ese es el fenómeno del que todos hablan y ella agradece, sonríe y se da el lujo de hacer tres Fiestas repletas en el Gran Rex.
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