por Ximena Biosca
Recomendada a partir de 10 años
El original y “ganchero” título de la obra reflejará acabadamente lo que se vendrá; un impactante y completo relato a lo que no le falta y no le sobra nada.
Decimos eso porque la historia de estas dos hermanas: Luna de 25 años, pero que por su esquelética apariencia se equipara en estatura con su hermanita Sol de 6 años, hilvanará en sólo 45 minutos todos los condimentos y estados: el humor, el cinismo, la frustración, la ternura y el patetismo de estas dos hermosas criaturas, que desafían a la estética común.
La presentación de este peculiar relato será con un pizarrón con referencias astrológicas al Sistema Solar y la analogía con el nombre de los personajes. Aquí la historia de Sol y Luna y el vínculo de esta hermana mayor omnipresente y sobreprotectora, que arrastra su inmensa soledad y frustración; pero sostiene un real sentimiento fraterno al intentar proteger a su hermanita del “mundo exterior”. Así establece su vínculo a través de los didactismos, los permanentes sermones y largas monsergas: la limpieza, el orden, la educación vial; es decir las "buenas costumbres" que han quedado a cargo de esta Luna de 25 años que perdió a la madre "por culpa del nacimiento de Sol".
Y en esa impenetrable, culposa y tierna relación es en donde Luna es habitada por un solo Sol que la alumbra: su hermana; a la que tiene todo para reprocharle: sus carencias afectivas, sus espantosos tratamientos para poder crecer, sus sufrimientos callados y su relación con un padre que le hace compartir con la nena el cuarto a través de una columna divisoria que separa el universo del Sol y Luna, pero donde han puesto un centímetro para medir el -crecimiento normal- de la nena de seis y la exacerbación del -no crecimiento- de la pequeña adulta de 25. Pero a ella sólo la salva una cosa: ese Sol áureo, fuente de vida.
La obra, aunque corta, pero concreta y concisa está plagada de recursos retóricos y narrativos; metáforas, analogías, metonimias: todos los elementos de limpieza representan la necesidad de “limpiar su mundo” y hacerlo más disfrutable (hasta se lo permite en la escena en que juega al juego de manos con su hermanita).
Por otro lado, la puesta es ascetismo puro. Solo dos sillas en la espera del hospital después que Sol ha tenido otro de sus recurrentes ataques de asma. Una cartera de Luna repleta de "limpieza" y “salud” para proteger a Sol: guantes, alcohol en gel, aerosol, desinfectante, aparatito para el asma, etc. y una iluminación focalizada en los personajes.
El otro gran elemento funcional es un tacho de basura de donde Sol intentará recuperar un chupetín no permitido y “mortal” (otra vez la prohibición de su hermana para proteger a la débil fuerte) y a su vez el gran elemento que le servirá a Luna para "agigantare" y pedir a gritos en el hospital que la atiendan, que la ayuden... Pedir a gritos que la escuchen.
Este magnífico relato de Pedro Velazquez no sería posible, sin las dos impecables actuaciones de esas dos pequeñas grandes actrices: Meme Mateo (que en parte debe relatar su propia historia de vida) y la preciosa Valentina Ontivero, que lejos de una posible sobreactuación para una niñita tan pequeña, imprime con su penetrante y melancólica mirada, la gestualidad exacta tanto en lo dicho como en la dialéctica de sus silencios.
Finalmente, el espacio del Teatro El Bardo, y su lay out circular hace ideal el ámbito que se completa con un algo kitsh e inusual “Museo” en la antesala lleno de elementos: jeringa, un DNI del director (o sea la identidad de Luna y Sol) el decorado de la torta de la tardía fiesta de quince de Luna. Todos estos elementos nos hablan del mundo que presenciaremos: el de la debilidad y la fortaleza/la desigualdad e igualdad.
Por último un vaso con un pedazo de pan "es un pan que se ablanda con el agua" será la metáfora sintetizadora de este bello e inquietante espectáculo.
Un imperdible para sacudir la modorra del domingo por la tarde.
Perra que ladra a la luna. Autoría: Pedro Velázquez. Actuan: Meme Mateo, Valentina Ontivero. Iluminación: Adriana Cuellar Maquillaje: Luciana Marcela Reche Diseño de arte: Gisela Odriozola Fotografía: Lisandro Scherbacoff Diseño gráfico: Juan Manuel Sodorini Asistencia de dirección: Adriana Cuellar Prensa: Ayni Comunicación, Romina Pomponio Colaboración general: Gisela Marini, Angie Rozas Dirección: Pedro Velázquez
EL BARDO. Cochabamba 743 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4300-9889 / 15-4164-5632
Web: http://www.elbardoteatro.com.ar
Entrada: $ 40,00 y $ 30,00 - Domingo - 17:00 hs - Hasta el 31/10/2010
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