Premios Atina 2008

La Galera Encantada, la gran ganadora

Lo destacado del teatro infantil durante 2008

El 6 de abril se entregaron los premios de la Asociación de Teatristas Independientes para Niños y Adolescentes (Atina) destinada a la producción 2008. Este galardón tiene como objetivo estimular a los realizadores que se dedican al género infantil y juvenil. "Nuestra institución no premia al mejor, no nos parece justo y es muy difícil establecer aquel criterio. Lo que se reconoce son las labores destacadas", dice María Inés Falconi, miembro de Atina. María Elena (La Galera Encantada), Fedro y el dragón (del grupo salteño La Faranda) y Pata de fierro (de la compañía de títeres La Hormiga Circular, de Río Negro) recibieron una mención al mejor espectáculo de la última temporada.

Además, Diego Reinhold y Omar Calicchio (ambos de La trup sin fin ) y Mauro Menegat ( Código pirata ) ganaron como intérpretes masculinos. Mientras que en el rubro femenino, Lali Lastra ( María Elena ), Patricia Signorelli ( El extraño viaje de Nikolaus Piper ) y Natalia Maldini ( Código pirata ) fueron las distinguidas. En cuanto a la dirección, Héctor Presa ( María Elena ), Hugo Midón ( La trup sin fin ) y Dardo Sánchez ( Pata de fierro ) resultaron galardonados. También Atina distinguió a Héctor Presa ( María Elena ), Adriana Ferrari ( La casita feliz ) y Luis Rivera López ( Cuentos de la selva ). Con respecto a la coreografía, recibió su premio la labor de Mecha Fernández ( María Elena, Robin Hood y De paraguas ) y Carlos Trunsky ( La trup sin fin ). También, Carlos Gianni ( La trup sin fin ) y Maximiliano López y Mauro Angelini ( Juanito... a la orilla ). En Adaptación: Hugo Alvarez, Claudia Peña y Fernando Arancibia, y Luis Rivera López.

Otros premiados son el de la trayectoria, a La Galera Encantada; al medio que contribuyó a la difusión de las actividades de este género, a la revista Planetario ; y a la investigación teatral, a Nora Lía Sormani. La ceremonia tendrá lugar mañana, a las 20, en La Comedia, Rodríguez Peña 1062.

Fuente: La Nación